Había una vez cinco huevitos

Una tarde recorriendo el vivero encontramos un nido pequeñito con 5 huevos moteados.

Observando el lugar en silencio descubrimos que el nido era de ratonera.    

Cuatro días después, los huevitos ya no estaban y en su lugar se amontonaban 5 pichones de piel rosada.

Los adultos vigilaban atentos desde las ramas de casuarina.

Diez días más tarde a los pichones ya les habían crecido las plumas y se mantenían juntos en busca de calor. Aún no podían volar.

Hembra y macho se turnaban para alimentarlos con insectos y arañitas cazadas entre la leña.    

Tres días después de nuestra última visita, los pichones aprendieron a volar y dejaron el nido.

Ahora cuando vamos al vivero los podemos ver cazando bichitos con los adultos.